Quizás uno de los eventos que marcarán para siempre al año 2016 es el desarrollo de los Juegos Olímpicos en la ciudad de Río de Janeiro, en nuestro vecino país de Brasil. Es la fiesta deportiva más importante del mundo y es un momento en el cual suelen generarse buenas noticias: records que fueron quebrados, historias de vida que inspiran y el espíritu del deporte que le dan a estos hechos un marco inigualable.
En esta ocasión hubo dos disciplinas que acapararon la atención de todo el mundo al contar con sus máximos exponentes históricos en cada una de las competencias. La natación y las pruebas de velocidad en carreras de atletismo ofrecieron un espectáculo singular, al permitir que tanto Michael Phelps como Usain Bolt se consagren como los más ganadores en cada una de sus especialidades. Pareciera que nuestro espíritu se alegraba con ellos al recibir su medalla dorada, que escondía detrás tanto esfuerzo y sacrificio personal. Luego de trabajar duro y hacer lo mejor de su parte, finalmente recibían el premio por el cual tanto habían luchado. Pero, en algún momento vino a mi mente la siguiente pregunta: ¿Para qué corren? ¿Qué los motiva para correr?
Parece una pregunta de respuesta fácil, pero que al analizarla con mayor detenimiento puede llevarnos a pensar en mayor profundidad. Sobre todo, si pensamos en que nuestra vida es como una carrera. Durante este año, todos nosotros hemos realizado esfuerzos y sacrificios, hemos dado lo mejor y posiblemente sentimos que el tiempo pasó demasiado rápido y todavía quedan muchas cosas por hacer. Puede ocurrir que algunos
sientan que ya alcanzaron su meta y que a otros les parezca que la línea de llegada todavía está distante. Sin embargo, al preguntamos ¿para qué corremos? podemos darnos cuenta de que hemos estado poniendo toda nuestra energía en «medallas» o «premios» que satisfacen por un corto tiempo, que tienen una corta «fecha de caducidad» y que finalmente no producen los resultados que esperábamos en nuestro ser interior.
Por esa razón, quiero invitarlo a que al considerar «nuestra carrera» cotidiana podamos colocar toda nuestra energía, pensamientos y motivación en lograr cosas que nos ayuden a desarrollarnos como personas. Lo animo a adquirir herramientas que nos hagan más respetuosos con nosotros mismos y con nuestro prójimo, que nos ayuden a ser más tolerantes y generosos y que nos conviertan en elementos de cambio positivo en el lugar donde nos toca desarrollarnos.
Prof. Dr. Marcelo Simi – Director Médico Sanatorio Adventista de Asunción